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El arte es la expresión de un sentimiento, y por ello estudiar el arte como actividad íntima y natural del ser humano nos permite no solo contemplar, sino describir y transmitir la esencia de la sociedad. Si queremos entender una sociedad, debemos estudiar el arte de su época. Si queremos entender el presente, debemos enfocarnos en los sentimientos. Centrémonos unos minutos en aquellos sentimientos a los que, como seres humanos, nos hemos visto sometidos estos últimos días confinados en casa. Si nos fijamos en las obras de arte que se han hecho últimamente podremos ver qué nos describe el arte de hoy y qué sentimientos expresan los artistas sobre la circunstancia que caracteriza nuestra sociedad actual.
Una de las finalidades del arte es mostrarnos al hombre tal cual es, cómo vive, qué siente, qué sueña, etc. Muchos, al vernos encerrados en casa, hemos puesto a prueba nuestros límites y nuestras fortalezas y no hemos podido evitar sentir incertidumbre, ansiedad, temor, soledad y preocupación. Así como el arte es expresión de sentimientos, ya sean de angustia, dolor, belleza o pasión, el arte figurativo en particular, como lenguaje artístico, facilita la transmisión y expresión de estos sentimientos haciendo que el espectador se vea muchas veces reflejado en las obras, y gracias a su lenguaje realista, nos sumerge en escenas que entendemos y asimilamos. Recordamos un fragmento del Manifiesto del MEAM:
«Y es que el arte ha de ser asimilable por parte del espectador, ha de ser capaz de hablar su lenguaje, de generarle ilusiones, de despertar admiración, de abrir la caja de los sueños. El arte ha de ir dirigido al hombre de la calle, no al erudito ni al especialista. El arte ha de hablar el lenguaje del pueblo, no el de los académicos.
Un arte que ya no se conforma con la experimentación convertida en un fin en sí misma, ni con el permanente ensayo de formas y colores sin lograr producto definitivo alguno, ni con el culto al ruido por el ruido, ni con la fabricación de montajes cinematográficos condenados al aburrimiento. Y esa nueva expresión requiere, de nuevo, un arte directo, expreso, rotundo, absoluto, real, inteligible y genial, capaz de generar ilusiones y de despertar admiraciones en amplios sectores de la población que, de esta forma, volverán a hacer las paces con el arte de su tiempo y a soñar con ilusiones hoy por hoy totalmente olvidadas.
El intelectual puede escribir interesantes ensayos sobre la esencia del arte, pero el artista no vive de esos ensayos. Los académicos pueden aplaudir a artistas ya consagrados, pero eso no va a garantizarles en absoluto poder sobrevivir a su tiempo. Lo único que da sentido al arte es su capacidad de conectar con la gente, de llegar a las personas de su mismo momento histórico, de llegar a la sensibilidad de un espectador medio y seducirle. Y lo cierto es que para ello no hacen falta títulos ni diplomas. Basta con saber crear.»
Por este motivo, hemos recopilado un conjunto de pinturas de artistas figurativos internacionales y, que en la mayoría de los casos, hemos podido ver en el MEAM, ya sea en exposiciones monográficas, o bien en concursos de pintura y escultura, como Figurativas, convocado bianualmente por la Fundación Privada de las Artes y los Artistas, o ModPortrait, convocado anualmente por la Galería Artelibre de Zaragoza. Se trata de una serie de obras que describen escenas del día a día, nuestras actividades cotidianas, las calles vacías, las ventanas por las que se cuelan nuestros deseos y anhelos, los balcones a los que salimos para aplaudir a nuestros héroes, los rincones que habitamos, en los que soñamos, en los que nos sentimos menos solos, en los que reflexionamos, observamos y sentimos. Obras que describen ese intento frustrado de ocupar un vacío, de verlos y darnos cuenta de ello, o al contrario, de huir y abstraerse de la realidad que nos rodea y esperar ansiosos a que esto pronto termine para poder volver a esa ‘normalidad’, a la burbuja en la que nos hemos resignado a vivir y en la que nos sentimos seguros, porque quizás nos garantiza que cada mañana será un día nuevo.
Exposición patrocinada por:
Exposición online
En estos días extraños en los que la línea entre la vida privada y el resto del universo es más compleja que nunca, las ventanas se han convertido en nuestros ojos con los que asomarnos al mundo.
Las ventanas están siendo estos días, esos espacios arquitectónicos creados para hacernos soñar, espacios en los que agradecer con palmas y gritos a personas valientes, las ventanas, ahora más que nunca, están siendo el soporte físico para que nos sintamos menos solos y en los que seguir teniendo contacto social.
Mirar, observar, reflexionar. Son acciones que se han convertido en lujos. El tiempo para contemplar, se había quedado en las telas de la infancia, pero la coyuntura actual mundial nos obliga a recuperar viejos y maravillosos hábitos como el de mirar la vida pasar.
Las ventanas está siendo estos días, esos espacios arquitectónicos creados para hacernos soñar, espacios en los que agradecer con palmas y gritos a personas valientes, las ventanas, ahora más que nunca, están siendo el soporte físico para que nos sintamos menos solos y en los que seguir teniendo contacto social.
Mirar, observar, reflexionar. Son acciones que se han convertido en lujos. El tiempo para contemplar, se había quedado en las telas de la infancia, pero la coyuntura actual mundial nos obliga a recuperar viejos y maravillosos hábitos como el de mirar la vida pasar.
Dice la escritora Lucía Ortiz Monasterio que las ventanas son la arquitectura de una rebelión pacífica contra el mundo automatizado. Son espejos de aire libre por donde podemos mirarnos sin asfixia y permitir que la creatividad vuele. Mirar por la ventana, entonces, debería ser un acontecimiento diario para el espíritu.” – (Texto extraído de Cultura Inquieta)